PUBLICACIONES.

cl_05_tapas_bibliotecas_en_llamas_press_revistaBibliotecas en llamas. Cuando las clases populares cuestionan la sociología y la política.
Denis Merklen. Ediciones UNGS. Colección Cuadernos de la Lengua. Los Polvorines, 2016

La quema de libros, ese acto horroroso para la cultura letrada, aparece reflejada en varios pasajes literarios. En Farenheit 451, Ray Bradbury ofrece la imagen de un mundo futurista y opresivo en el cual el estado organiza quemas de libros como forma de control social. El poder estatal se ejerce a través del fuego. La novela, publicada en 1953, fue llevada al cine en 1966 por François Truffaut. En la película puede verse una escena en la que se descubre una biblioteca clandestina, que es incendiada, y cuya bibliotecaria decide arder con sus libros. En El nombre de la rosa, la novela de Umberto Eco, también ocurre el incendio intencional de una biblioteca para ocultar la serie de asesinatos que se suceden en una abadía medieval. La lectura de cierta literatura se convierte en una amenaza y la respuesta oficial es el fuego. El nombre de la rosa también fue llevada al cine, en 1986, por Jean-Jacques Annaud.

La historia también ofrece diversos hechos en los que ardieron libros como forma de control cultural y de censura. Durante el nazismo, el 10 de mayo de 1933, fueron quemados más de 20 mil libros de autores judíos o considerados peligrosos en el marco de la “acción contra el espíritu antialemán”. En Argentina se recuerda la destrucción que llevaron a cabo agentes de la última dictadura cívico-militar en un baldío de la localidad de Sarandí 26 de junio de 1980. Los libros fueron quemados por considerárselos “obras subversivas que enajenaban la conciencia nacional”.

Bibliotecas en llamas, de Denis Merklen, ofrece un análisis sobre los incendios de bibliotecas en los barrios populares de las periferias de París y de otras ciudades de Francia. Lejos de constituir hechos aislados, se trata de un fenómeno recurrente: se registra el incendio de 75 bibliotecas entre 1996 y 2015, e incluso algunas otras habían sido atacadas desde principios de los años 80. Tal como subraya Horacio González en el prefacio del libro editado por la UNGS, la investigación busca “situar lo inaceptable en el centro de la reflexión”. Lo inaceptable de enfrentarse al hecho de la quema de libros, algo que para la cultura letrada es del orden de lo sagrado.

Si los ejemplos de quemas de libros citados líneas arriba son perpetrados desde un poder central identificado con el Estado, los ataques a las bibliotecas que analiza Merklen luego de varios años de trabajo de investigación son más bien una respuesta a ciertas intervenciones estatales. Por eso González señala que el libro “está dedicado a desmontar esta ingenua creencia bibliotecaria de que el bien tiene como contrapartida la devolución de un gesto equivalente, también fundado en el bien”. La oposición de los habitantes de los barrios populares no es “contra los ricos o los burgueses”, sino contra el Estado que se percibe como violento.

Merklen logra describir la lógica y las razones de los actores que llevan adelante la quema de libros y nos permite comprender que las buenas intenciones no alcanzan para llevar adelante con éxito algunas políticas públicas. En este sentido, tal como señala el autor, “los incendios ponen en evidencia una paradoja, un aspecto trágico de las relaciones de los barrios con sus bibliotecas, e inversamente, de las bibliotecas con sus barrios.” Esta aproximación caleidoscópica, como la denomina Merklen, permite comprender el fenómeno del incendio de bibliotecas como parte de una trama compleja de sentidos y relaciones.

Por otro lado, Bibliotecas en llamas puede ser leído también como un ejemplo de voz pública en la discusión sobre los modos de intervención del Estado: “Los ataques pueden entonces ayudar a las bibliotecas a ver de otra manera el espacio en el que actúan y a mirar de otra forma su propia acción”. El libro de Merklen analiza el fenónemo de las quemas de libros y ataques a bibliotecas como un mensaje, tal como señala González: “lo que se devuelve es otra cosa, no es el mal, sino lo que Merklen llama un mensaje, un pedido, un reclamo o, si se quiere un texto petitorio”. El fuego no se inicia desde el Estado, como ocurría en Fareinheit 451 o en El nombre de la rosa, sino que es una respuesta desde abajo. El incendio intenta “decir algo” ante las dificultades para hacer audibles realidades y puntos de vista en el espacio público.

La traducción y la edición de este libro, encaradas conjuntamente por la Unidad de Biblioteca y Documentación y el Museo de la Lengua de la Universidad, forma parte de un trabajo colectivo de discusión sobre los problemas del archivo, de los usos de la lengua y de la cultura letrada, y viene a completar un intercambio académico –que ya lleva varios años– entre los equipos de investigación de la Universidad Sorbonne Nouvelle, de París, y los de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Dentro de este campo de problemas, Bibliotecas en llamas centra el análisis en un objeto poco explorado por las ciencias sociales y estimula a reflexionar sobre las tensiones entre la intervención estatal que se pretende progresista y sus consecuencias no buscadas.

Carla del Cueto